Fuente: ESAN

Por Stakeholders

Lectura de:

Por Julio Gamero
Especialista en Empleo y Políticas de Empleo de la OIT para los Países Andinos

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su informe “Las mujeres en el trabajo: Tendencias 2016”, la brecha sala-rial entre las mujeres y los hombres a nivel mundial es de 23%. En el Perú, de acuerdo con el informe. “La mujer en el servicio civil peruano 2017 elaborado por SERVIR” se encontró que dicha brecha es de 16% en el sector público mientras que en el sector privado asciende a 29%.

Esta situación diferenciada se estaría explicando no sólo por el mayor nivel de calificación, sino por la mayor presencia relativa de mujeres en posiciones de alta dirección en la función pública. Si bien es cierto que la brecha salarial es el indicador de mayor visibilidad de la inequidad de género, hay otros elementos a tener en cuenta.

Uno de ellos es la participación de la mujer en el mercado de trabajo, es decir qué tanto las mujeres en edad de trabajar están ocupadas o buscando trabajo. Si bien en los últimos 20 años ha aumentado, aún los hombres (81%) le llevan 19 puntos a las mujeres (62%). Pero si se considera la participación en el trabajo no remunerado (cuidado del hogar y de la familia), la mujer aporta con más horas que sus pares varones. El INEI en su estudio Cuenta Satélite del Trabajo Doméstico No Remunerado del 2016 llega a valorizar el aporte de las mujeres en 2,5 veces más que el de los hombres.

Otro punto a considerar es la presencia de las mujeres entre los Ninis (jóvenes que no estudian ni trabajan): 2 de cada 3 es mujer. En el 2015, poco más de 1 millón de mujeres jóvenes se encontraban en dicha condición, de las cuales cerca del 70% está dedicada a los quehaceres del hogar, al cuidado de hijos (en razón del embarazo adolescente), hermanos menores y adultos mayores.

Julio Gamero,

La mujer adulta (mayor de 30 años) y que forma parte de la PEA ocupada tiene menor nivel educativo que la más joven (18 a 29 años) y por ello aparece insertada en mayor proporción en el empleo informal, en actividades de baja calificación y de menor remuneración. Pero, al 2015 se había confirmado la tendencia que evidencia que el aumento de mujeres jóvenes con estudios superiores concluidos (400 mil) supera a la de sus pares varones (366 mil).

De igual manera, la presencia de la mujer joven con estudios superiores concluidos en ciencias sociales, comerciales y derecho supera la de los varones al igual que en las ciencias de la salud, pero aún representan un menor porcentaje y número que la presencia de ellos en la rama de las ingenierías. Es decir, se encuentra una mayor presencia de las mujeres en el sector de los servicios que en la industria y actividades extractivas.

Sin duda que este aspecto, el de la mayor presencia de la mujer joven con estudios superiores concluidos, debiera redundar en una disminución a futuro de la brecha salarial. Si ello se acompañara de más políticas públicas afirmativas de la igualdad de oportunidades, el cierre de dicha brecha podría anticiparse. La igualdad entre mujeres y hombres es determinante para lograr todos y cada uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en particular el núm. 8 sobre trabajo decente y crecimiento económico.







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