Por Stakeholders

Lectura de:

Paloma Roldán
Directora Ejecutiva de Ciudad Saludable


Toda historia tiene dos o más lados que deben ser compartidos para comprenderla. En ese sentido, cuando hablamos de Economía Circular en el Perú necesitamos reconocer que así como existe la imagen, real y dura, de especies afectadas por la basura marina también existen iniciativas que buscan responder a los problemas que un modelo de economía lineal centrada en el descarte ha generado en nuestro país.

Una acción tiene el poder de gestar cambios profundos y tenemos empresas que lo han comprendido, de ahí la firma de pactos de producción limpia que tenemos hoy y que nos generan retos que debemos responder de manera sistémica, creativa y sobre todo colectiva. Desde mi punto de vista, esto puede ser más potente si hablamos de un Pacto por la Circularidad, desde donde el sector empresarial asuma un liderazgo efectivo haciendo uso de su poder de reinvención para generar valor compartido.

Actualmente contamos con una Ruta de Economía Circular que, desde la mirada estatal, plantea retos al empresariado y ciudadanía con el fin de cerrar el círculo. La pregunta de fondo es: ¿cómo puedo yo, desde la actividad económica en la que me encuentro, ser más circular?, ¿cómo puedo yo, como ciudadana, impulsar activamente esta circularidad que mi país necesita?

El Pacto por la Economía Circular para el empresariado comienza por hacer un diagnóstico a profundidad del diseño y componentes de los empaques que salen al mercado y la trazabilidad de los mismos. Esto es vital, ya que, si no se conoce claramente la ruta del producto, una vez desechado por el consumidor, será difícil plantear una estrategia de recuperación de los residuos para su posterior reciclaje y reinserción a los procesos de la misma empresa, o promover su uso como insumo en distintos rubros.

Todo negocio necesita conectar la realidad post consumo de los empaques (envases, embalajes, etc) con su diseño inicial, a nivel local, nacional y regional, porque solo con ese conocimiento será posible tomar decisiones de fondo y de forma, como por ejemplo aligerar envases para que contengan menos plástico en sus diseños o aumentar el porcentaje de material reciclado, cambiar la tinta o técnica de impresión de las etiquetas, etc.

Desde la mirada del consumidor el Pacto por la Circularidad debe centrarse en educar e informar a la ciudadanía para que realice un consumo responsable que premie los esfuerzos de las empresas que son capaces de mostrar los cambios que han desarrollado para construir negocios más sostenibles. Tomando como ejemplo lo que ha sucedido en términos de comunicación al consumidor con el uso de la colocación de octógonos, vemos que, si es posible informar sobre el porcentaje de reciclabilidad de los empaques, en base a la composición química de los mismos.

Finalmente, necesitamos un Pacto por la Circularidad que permita espacios de encuentro entre productor, consumidor y reciclador (que recolecta el material post consumo). Es importante para aumentar en cantidad y calidad el material reciclable recuperado ya que actualmente solo se viene recuperando el 4 % a través de programas municipales. En un escenario como este, cerrar el círculo con la participación de todos los actores se convierte en la opción más saludable para realizar cambios sistémicos que transformen nuestra cultura ambiental en las calles y que transformen la producción para aumentar el valor de las marcas en nuestro país.

 







Continúa con tu red social preferida

Al continuar serás un suscriptor gratuito

O continúa tu correo.

Escriba su correo electrónico con el que se suscribió para acceder

Suscríbete

Ya me suscribí.