Por Stakeholders

Lectura de:

Alessandra Contreras – Analista de proyectos

Saadia Espinoza – Coordinadora de proyectos


En el 2019 se cumplirán cuatro años desde que 193 países se comprometieron a impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pactados en la asamblea general “Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible», organizada por las Naciones Unidas.

Desde el 2016, cuando entraron en vigencia los ODS, han sido diversos los esfuerzos de los países por llevar a cabo estrategias que permitan guiar sus acciones hacia la sostenibilidad. Perú se encuentra en el puesto 64 en el cumplimiento de los ODS, según el SDG Index and Dashboards Report 2018.

Este índice califica al objetivo 4, que aborda el tema de Educación de Calidad, como uno de los desafíos más significativos por delante, y señala que, a la fecha, el ratio de crecimiento es menor al 50 % requerido para alcanzar el objetivo al 2030.[1]

Ante esta calificación y el panorama educativo nacional, muchas empresas han decidido dirigir sus proyectos de responsabilidad social o sostenibilidad hacia la educación. Estos suelen estar orientados a resolver una de dos necesidades fundamentales para la educación de calidad: la infraestructura y el conocimiento.

Aquellos proyectos que se centran en infraestructura aportan a las instituciones educativas con aulas modernas, inmobiliario, material didáctico e incluso con recursos electrónicos como computadoras o tablets. Los proyectos educativos orientados al conocimiento buscan reforzar o generar aprendizaje en los estudiantes a partir de cursos, capacitaciones o actividades offline y online.

Si bien las intervenciones de ambos tipos generan valor tanto para la población beneficiaria como para la empresa, el problema radica en que resolver solo es una de las necesidades y no es suficiente para garantizar la sostenibilidad del proyecto. En el caso de un proyecto enfocado en infraestructura, si no se tiene el conocimiento adecuado para utilizarla y mantenerla, después de algún tiempo esta puede caer en desuso o ser utilizada con otros fines. Por otra parte, los proyectos orientados al conocimiento suelen tener inconvenientes por la ausencia de materiales o la calidad de estos. Por ejemplo, un problema recurrente en las capacitaciones relacionadas a temas digitales, es que los beneficiarios no puedan acceder a computadoras, celulares o internet, por lo que el conocimiento impartido durante la capacitación no será aplicado posteriormente.

Lo que se necesita para lograr un proyecto sostenible es una intervención articulada que implique la dotación de infraestructura y de conocimiento. Teniendo estos dos componentes, se logrará la apropiación del proyecto por parte de la población beneficiaria y el mayor aprovechamiento. Creemos que los esfuerzos que realizan las empresas en materia de educación serían más exitosos si se forjan alianzas que generen mayor impacto a un menor costo.

Además de la infraestructura y el conocimiento, no se debe dejar de lado el trabajo con la comunidad educativa, ya que ello implica el involucramiento de estudiantes, docentes, padres de familia y autoridades, considerando que solo de esta manera se puede garantizar que un proyecto perdure. En materia de educación es fundamental que el proyecto sea de interés de la comunidad educativa. De otra manera, el proyecto podría terminar prematuramente y no se lograrían los resultados esperados. Involucrar a la comunidad educativa en el planeamiento, ejecución y evaluación del proyecto podría tener como resultado la apropiación de la iniciativa por los mismos beneficiarios y la replicabilidad de esta desde los mismos actores.

En conclusión, sí es posible contar con proyectos educativos sostenibles promovidos desde las empresas. Para ello, es importante la generación de alianzas y el compromiso de la comunidad educativa a través de su participación activa a lo largo del proyecto. Un ejemplo de ello es “Puentes Educativos”, que promueve la mejora de los procesos de aprendizaje en las escuelas rurales. Este proyecto nació en Filipinas en el 2002, como una alianza entre Nokia y Pearson, y posteriormente se implementó en diez países, entre ellos Chile.

En este último, además de las empresas mencionadas, se ha sumado la Fundación Telefónica, subsidiando los costos de descargas y accesos a internet de las escuelas beneficiarias. De esta manera, tanto estudiantes como docentes tienen acceso a una biblioteca de ciencias, matemáticas e inglés producidos por Fundación Pearson, a través de un dispositivo móvil de Nokia mediante el software NED (Nokia Education Delivery) y orientado a través de talleres de capacitación a los docentes y acompañamiento en las escuelas a lo largo de su implementación.[2]

[1] Sachs, J., Schmidt-Traub, G., Kroll, C., Lafortune, G., Fuller, G. (2018): SDG Index and Dashboards Report 2018. New York: Bertelsmann Stiftung and Sustainable Development Solutions Network (SDSN).

[2] Web de Puentes educativos: http://web2.puenteseducativos.cl/







Continúa con tu red social preferida

Al continuar serás un suscriptor gratuito

O continúa tu correo.

Escriba su correo electrónico con el que se suscribió para acceder

Suscríbete

Ya me suscribí.