Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Carla Grados Villamar
Directora General de Kunan, Unidad de Emprendimiento Social del Perú 2021


Hace algunas semanas empecé una exposición enseñando tres fotos con imágenes muy distintas a un grupo de más de 100 profesionales. La primera foto era de la sierra, con un grupo de niños riendo, todos abrigados con casacas rojas. La segunda era una señora, recogiendo plantas de alguna montaña en los andes peruanos. Y la última era la graduación de un grupo de chicas. Le pregunté a los participantes: ¿cuál es la primera palabra que se les viene a la mente al ver estas imágenes? Hubo de todo: diversidad, impacto social, solidaridad, abrigo, Perú, entre otras, todas muy acertadas. ¿Pero qué palabra faltó? ¿Qué palabra no se le cruzó a nadie por la cabeza? Negocios. No estamos acostumbrados a asociar imágenes de impacto social o ambiental con los negocios. De hecho, estamos acostumbrados a lo contrario.

Carla Grados Villamar – Directora General de Kunan, Unidad de Emprendimiento Social del Perú 2021

Las imágenes pertenecían a Hoseg, Inka Moss y Laboratoria, tres emprendimientos sociales que están cambiando la manera de hacer negocios en nuestro país, ya sea logrando abrigar a más de 7500 niños en las zonas más frías del Perú, generando ingresos estables en más de quince comunidades alto andinas por encima de los 3500 msnm, o triplicando el ingreso promedio de mujeres de zonas vulnerables o reduciendo la brecha de género en el sector tecnología. Lo increíble es que no por eso dejan de ser negocios exitosos, logrando tener sedes en cuatro países, incrementando su facturación en más de 50 % al año, o exportando a países competitivos como EE.UU., Holanda o China.

El emprendimiento social se está volviendo una nueva forma de hacer negocios aquí y en el mundo, terminando así con la falsa dicotomía de que los negocios generan dinero y los proyectos sociales impacto. Con esfuerzo y dedicación se puede tener lo mejor de dos mundos, generando negocios autosostenibles que a su vez contribuyen a la solución de los problemas más críticos de nuestra sociedad. En el Perú cada vez hay más organizaciones públicas y privadas, nacionales e internacionales que lo impulsan, ya sea con apoyo técnico, financiamiento, alianzas u otros mecanismos que los ayuden a crecer y escalar su negocio e impacto. No está demás mencionar que es un ecosistema joven que necesita madurar. Los emprendimientos tienen que afinar su gran diferencial, la medición de su impacto, así como profesionalizar sus productos o servicios. De otro lado, los organismos de soporte, el Estado y las empresas consolidadas deben buscar fomentar este ecosistema, facilitando el acceso a capital, otorgando financiamiento, promoviendo alianzas y generando compras corporativas, entre otros.

Por lo pronto, los invito a conocer a las organizaciones, entre incubadoras, aceleradoras, certificadoras y más, que ya se encuentran trabajando por el emprendimiento social. Algunas de estas son NESsT, MakeSenseFledge, Protagonistas del Cambio de la UPC o Sistema B. Y si lo que están buscando son emprendimientos sociales, no dejen de ingresar a www.mqm.pe, o Marcas que Marcan, plataforma impulsada por Kunan y Perú 2021, donde encontrarán más de noventa iniciativas. Finalmente, si tienen un emprendimiento social, no se olviden de postular al Desafío Kunan, un premio de S/. 40 000 que tiene el objetivo de identificar las iniciativas más innovadoras con un alto potencial de impacto.

Estimados y estimadas, el emprendimiento social no es filantropía, es un nuevo tipo de negocio que quiere cambiar el statu quo. Me voy y los dejo con una pregunta: ¿queremos ser un país que apuesta por este nuevo tipo de negocios? La respuesta está en cada uno de nosotros.







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