Por Stakeholders

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Por: Karla Pérez Palma
Analista en Proyectos de Recursos Hídricos en A2G Sostenibilidad y Cambio Climático

En 1992 durante la Cumbre de la Tierra, dentro de la Conferencia de la Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y Desarrollo, se acordó celebrar anualmente el Día Mundial del Agua cada 22 de marzo. Cada año se destaca un aspecto específico relacionado con este importante recurso: en el 2015 la celebración trató sobre “Agua y Desarrollo Sostenible, en el 2016 “Agua y Empleo”; este año, se resaltará el tema “Aguas Residuales, ¿por qué desperdiciar agua?”.

¿Por qué aguas residuales?

La gestión de las aguas residuales es una fuente asequible y sostenible de agua, energía, nutriente y otros materiales recuperables.
Dentro de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU, el objetivo 6 busca garantizar la disponibilidad de agua, la gestión sostenible y el saneamiento para todos. Uno de los objetivos específicos es mejorar la calidad del agua mediante la reducción de la contaminación, la eliminación del vertimiento y la reducción al mínimo de la descarga de materiales y productos químicos.

Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), hoy en día, 2.400 millones de personas carecen de acceso a servicios básicos de saneamiento y al menos 1.800 millones de personas en el mundo utilizan una fuente de agua potable que está contaminada con materia fecal. Esta situación genera graves consecuencias en la salud humana. Cada día, cerca de 1.000 niños mueren a causa de enfermedades diarreicas prevenibles relacionadas con el agua y el saneamiento y 70% de las muertes causadas por desastres naturales se deben a las inundaciones y los desastres relacionados con el agua.

Diversos estudios afirman que de no adoptar medidas de prevención y mitigación más severas, el planeta se enfrentará a un déficit global de agua hasta del 40% de aquí al 2030. Esto es un llamado universal a todos los actores, tanto los gobiernos como el sector privado y la sociedad civil para que contribuyan a mejorar la gestión del recurso hídrico y disminuir la brecha entre la oferta y la demanda.

Las empresas por su parte, tienen un rol fundamental en este objetivo. Pueden contribuir de diversas maneras, como evaluar el impacto que generan en sus actividades de negocio y trazarse metas ambiciosas en la gestión eficiente del agua. Así mismo, incrementar el porcentaje del agua reusada en sus actividades (limpieza, riego, entre otros), tratar sus efluentes y establecer alianzas con municipios y donar parte del agua tratada para el riego de áreas verdes públicas o para el uso agrícola, como ya lo vienen haciendo varias empresas actualmente. En esta línea, la Autoridad Nacional del Agua, viene impulsando la gestión sostenible del agua y para ello recomienda el cálculo de la huella hídrica como el mejor mecanismo para generar una estándar para la gestión del recurso.







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