Por Stakeholders

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POR EQUIPO DE STAKEHOLDERS

 

Sandra Contreras Angulo
Directora Nacional de World Vision en Perú

En Latinoamérica, la crisis política venezolana es un problema que los países de la región deben  ayudar a solucionar. La migración sin precedentes que ha ocasionado esta coyuntura representa un problema humanitario debido a sus condiciones de traslado. World Vision en Perú, ONG con décadas en asistencia a la niñez más vulnerable del país, asumió el gran reto de trabajar en la cobertura de las necesidades básicas de familias peruanas y venezolanas en el departamento fronterizo de Tumbes, donde se ubica uno de sus proyectos a nivel nacional.

Como explica Sandra Contreras Angulo, Directora Nacional de World Vision en Perú, en los últimos tiempos más de 35 mil personas se han visto beneficiadas en todas las intervenciones de la organización, siendo casi la mitad niños.

¿Cómo así decidieron asistir a las familias vulnerables como las venezolanas?

Los derechos de los niños y niñas  deben ser respetados en todo el mundo. Nosotros como organización humanitaria tenemos el deber de asegurar que aquellos niños y sus familias en situación de vulnerabilidad, con niveles de desnutrición muy elevados y en desamparo, mejoren su calidad de vida. Gracias a la solidaridad del pueblo americano, a través de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo (USAID)  decidimos implementar un proyecto que ayude a reducir la vulnerabilidad de estas familias migrantes refugiadas en nuestro país.

Ante la indiferencia que pudiera existir en el Perú hacia la situación de las familias venezolanas, ¿qué nos llama a reflexionar?

Considero que la solidaridad siempre ha caracterizado a nuestros compatriotas (peruanos) y en varios casos lo hemos visto. La situación que ha preocupado a muchos surge de la inseguridad generada por un grupo minoritario de migrantes que han incumplido nuestras leyes. Sin embargo, no podemos caracterizar a todo un pueblo por una minoría. No podemos estereotipar a una población por la irresponsabilidad de unos pocos.
Personalmente he vivido en otros países y también existen algunos prejuicios sobre los peruanos, por ejemplo. Es un tema de sensibilizarnos más.

La labor de World Vision en Perú no solo está relacionada a las familias venezolanas, sino también a las peruanas. ¿Cómo ha sido el proceso?

Empezamos con nuestros propios recursos, asistiendo a una cantidad pequeña de personas y sumando apoyos hemos podido ayudar a más. Lo  importante es sumar fuerzas y no trabajar solos, ya que otras organizaciones pueden colaborar en otros tipos de necesidades de las familias venezolanas, especialmente en este tiempo de crisis. No obstante, tampoco hemos descuidado a nuestros hermanos peruanos. World Vision en Perú viene ayudando en el país más de 30 años a las familias peruanas vulnerables y lo seguiremos haciendo. Trabajamos en seis regiones a lo largo del territorio más de 25 años.

Hemos recibido mucho apoyo en las regiones donde estamos; por ejemplo, en coordinaciones con las instituciones del Gobierno. No trabajamos solos, somos un grupo de organizaciones que afrontamos este problema. Lo importante no es hablar de una sola institución, sino de una plataforma en la que nos apoyamos mutuamente, porque lo fundamental al final es que las personas tengan una vida digna y una segunda oportunidad.

Photos and video clips from World Vision’s feeding center program in Lima, Peru. World Vision’s Venezuela Migration Crisis Response. Donor: USAID.

¿Qué importante ha sido contar con los voluntarios en sus proyectos?

Muchas personas, en su mayoría mujeres, hacen un trabajo extraordinario  por ayudar. Por ejemplo, el apoyo de las mujeres en los comedores populares, los cuales vienen funcionando desde las épocas más duras del país, que han abierto las puertas a las familias venezolanas porque entienden su situación.

Realmente uno se saca el sombrero al ver que son personas que no tienen muchos recursos, pero poseen un espíritu solidario muy fuerte. Es una labor que vale la pena destacar y lo más importante del proyecto son ellas. Como mujer, me siento orgullosa de ser peruana y testigo de que tratan de transmitir este valor a sus hijas para que no se pierda. La verdad tenemos una red maravillosa.

¿Cuál es el sueño de World Vision en Perú?

Soñamos que, sin importar la nacionalidad, los niños y niñas puedan crecer con amor. Que los niños sigan siendo niños y puedan cumplir sus sueños. A veces, producto de la violencia, de la falta de necesidades básicas, entre otras cuestiones, esto se pierde. Los niños tienen que correr, jugar, crecer, educarse, ser felices, ser amados y sentirse parte de una familia. La necesidad más importante de estabilidad para un ser humano es sentirse parte de un grupo o aceptado, pertenecer a una comunidad.

Ofrecer una segunda oportunidad a quien más lo necesita

Tumbes, Corrales y Zorritos son  localidades ubicadas en el extremo noroeste del Perú, con un clima cálido y muchas potencialidades turísticas.

Aquí la ONG internacional World Vision está realizando una labor más allá de lo encomiable, que trasciende el tiempo y espacio, por su impacto y beneficio para los más vulnerables. Y eso lo corroboró el equipo de Stakeholders.

Como organización cristiana de ayuda humanitaria, que se dedica a trabajar en favor de niños, niñas y adolescentes para reducir la pobreza e injusticia, la ONG desde julio de 2019 viene ejecutando el proyecto  “Reduciendo la vulnerabilidad de los migrantes y refugiados venezolanos  en Perú”. Este programa ha beneficiado a cerca de 9,000 personas de familias peruanas y venezolanas en situación de gran vulnerabilidad a través de 27  comedores solidarios en las regiones de Tumbes, La Libertad y Lima.  Gracias al financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), buscan contribuir en el mejoramiento de las condiciones de vida de los migrantes venezolanos a través de la distribución de más de 161 mil almuerzos gratuitos, que no pueden obtener por sus propios medios debido a que llegan al Perú en una situación de extrema vulnerabilidad, huyendo de su país tras días de intensas y agotadoras caminatas. Este proyecto busca brindar ayuda humanitaria inmediata a los niños y sus familias.

Como su razón de ser lo indica, éste y todos los programas de World Vision en Perú buscan el beneficio de todas las personas sin distinción de raza, religión, grupo étnico o género. De esta manera, su ayuda humanitaria alcanza también a las familias peruanas que se encuentran en las mismas condiciones de vulnerabilidad. Existen muchas personas que hacen posible el programa de alimentación complementaria “Comedores solidarios”. En las  próximas líneas y muy brevemente resaltamos el testimonio de algunos de los beneficiarios, voluntarios y organizadores involucrados.

Por ejemplo Aixa que, con sus casi 30 años, embargada en lágrimas contaba cómo gracias a la ayuda que recibe en los comedores, que patrocina  la mencionada organización, sus hijas ya no están tan delgadas, han ganado peso y están más felices.

También están las madres y el personal voluntario como Jackie, la líder de uno de los comedores solidarios, cuya vocación de servicio, don de mando y organización admirable hace que todo funcione a la perfección; o Juanita, madre peruana voluntaria de otro de los comedores, que a pesar de haber perdido a su único hijo, le da infinitas gracias a Dios por haberle puesto en el camino esta iniciativa que le ha permitido extender su familia de vida y tener ahora muchos hijos e hijas  venezolanos, y lo mejor de todo-según sus propias palabras- nietos venezolanos que la reconocen como la “abuelita Juanita”.

Por último, pero definitivamente no menos importante, vale la pena contar la historia de la madre superiora Sofía, líder del comedor Rosa Gatorno, cuya bondad vestida de hábito, derrama lágrimas de gratitud por tener una colchoneta más para poder albergar a otra familia necesitada en la casa hogar de la congregación de las Hijas de Santa Ana.

Los directivos y personal de World Vision en Perú, profesionales que trabajan con una mística impecable, incluso más allá de sus propias funciones, cada uno de ellos coincide con que al final de cada día de trabajo, aun estando muy agotados, lo que recarga sus energías es esa sonrisa de agradecimiento, ese dulce sentimiento que deja saber que están haciendo lo correcto y están ayudando a quien más lo necesita.

Una de las cosas que más destaca de las situaciones que llevan a los seres humanos al límite, es la capacidad de respuestas de aquellos que quieren ayudar; las madres peruanas, los voluntarios sin distinción de nacionalidad, los organismos de ayuda humanitaria y otros que se hacen presentes. Lo que queda claro es que todos son hijos de una misma tierra y como tales se tienden la mano cuando  otros más lo necesitan.

Ahora queda la materia pendiente para que todos los demás actores de esta sociedad entiendan que más allá
de un tema filantrópico, de testimonios de mujeres y hombres valiosos, está la realidad de una inmensa mayoría de migrantes que quieren aportar y devolver con trabajo honrado aquello que han recibido de este país. La labor de World Vision en Perú no podrá seguir creciendo sin apoyo, y para eso todo lo que esté a nuestro alcance tenemos el deber de hacerlo. Unos visibilizándolo, otros donando su tiempo o recursos, o sencillamente orando como bien lo dijo la madre superiora Sofía.

 







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